miércoles, 25 de noviembre de 2009

comentario de texto mito de las cavernas

El mito de la caverna (República, VII)

El libro VII de la República comienza con la exposición del conocido mito de la caverna, que utiliza Platón como explicación alegórica de la situación en la que se encuentra el hombre respecto al conocimiento, según la teoría explicada al final del libro VI.
El mito de la caverna
I - Y a continuación -seguí-, compara con la siguiente escena el estado en que, con respecto a la educación o a la falta de ella, se halla nuestra naturaleza.

Imagina una especie de cavernosa vivienda subterránea provista de una larga entrada, abierta a la luz, que se extiende a lo ancho de toda la caverna, y unos hombres que están en ella desde niños, atados por las piernas y el cuello, de modo que tengan que estarse quietos y mirar únicamente hacia adelante, pues las ligaduras les impiden volver la cabeza; detrás de ellos, la luz de un fuego que arde algo lejos y en plano superior, y entre el fuego y los encadenados, un camino situado en alto, a lo largo del cual suponte que ha sido construido un tabiquillo parecido a las mamparas que se alzan entre los titiriteros y el público, por encima de las cuales exhiben aquellos sus maravillas.
- Ya lo veo-dijo.
- Pues bien, ve ahora, a lo largo de esa paredilla, unos hombres que transportan toda clase de objetos, cuya altura sobrepasa la de la pared, y estatuas de hombres o animales hechas de piedra y de madera y de toda clase de materias; entre estos portadores habrá, como es natural, unos que vayan hablando y otros que estén callados.
- ¡Qué extraña escena describes -dijo- y qué extraños prisioneros!
- Iguales que nosotros-dije-, porque en primer lugar, ¿crees que los que están así han visto otra cosa de sí mismos o de sus compañeros sino las sombras proyectadas por el fuego sobre la parte de la caverna que está frente a ellos?
- ¿Cómo--dijo-, si durante toda su vida han sido obligados a mantener inmóviles las cabezas?
- ¿Y de los objetos transportados? ¿No habrán visto lo mismo?
- ¿Qué otra cosa van a ver?
- Y si pudieran hablar los unos con los otros, ¿no piensas que creerían estar refiriéndose a aquellas sombras que veían pasar ante ellos?
- Forzosamente.
- ¿Y si la prisión tuviese un eco que viniera de la parte de enfrente? ¿Piensas que, cada vez que hablara alguno de los que pasaban, creerían ellos que lo que hablaba era otra cosa sino la sombra que veían pasar?
- No, ¡por Zeus!- dijo.
- Entonces no hay duda-dije yo-de que los tales no tendrán por real ninguna otra cosa más que las sombras de los objetos fabricados.
- Es enteramente forzoso-dijo.
- Examina, pues -dije-, qué pasaría si fueran liberados de sus cadenas y curados de su ignorancia, y si, conforme a naturaleza, les ocurriera lo siguiente. Cuando uno de ellos fuera desatado y obligado a levantarse súbitamente y a volver el cuello y a andar y a mirar a la luz, y cuando, al hacer todo esto, sintiera dolor y, por causa de las chiribitas, no fuera capaz de ver aquellos objetos cuyas sombras veía antes, ¿qué crees que contestaría si le dijera d alguien que antes no veía más que sombras inanes y que es ahora cuando, hallándose más cerca de la realidad y vuelto de cara a objetos más reales, goza de una visión más verdadera, y si fuera mostrándole los objetos que pasan y obligándole a contestar a sus preguntas acerca de qué es cada uno de ellos? ¿No crees que estaría perplejo y que lo que antes había contemplado le parecería más verdadero que lo que entonces se le mostraba?
- Mucho más-dijo.
II. -Y si se le obligara a fijar su vista en la luz misma, ¿no crees que le dolerían los ojos y que se escaparía, volviéndose hacia aquellos objetos que puede contemplar, y que consideraría qué éstos, son realmente más claros que los que le muestra .?
- Así es -dijo.
- Y si se lo llevaran de allí a la fuerza--dije-, obligándole a recorrer la áspera y escarpada subida, y no le dejaran antes de haberle arrastrado hasta la luz del sol, ¿no crees que sufriría y llevaría a mal el ser arrastrado, y que, una vez llegado a la luz, tendría los ojos tan llenos de ella que no sería capaz de ver ni una sola de las cosas a las que ahora llamamos verdaderas?
- No, no sería capaz -dijo-, al menos por el momento.
- Necesitaría acostumbrarse, creo yo, para poder llegar a ver las cosas de arriba. Lo que vería más fácilmente serían, ante todo, las sombras; luego, las imágenes de hombres y de otros objetos reflejados en las aguas, y más tarde, los objetos mismos. Y después de esto le sería más fácil el contemplar de noche las cosas del cielo y el cielo mismo, fijando su vista en la luz de las estrellas y la luna, que el ver de día el sol y lo que le es propio.
- ¿Cómo no?
- Y por último, creo yo, sería el sol, pero no sus imágenes reflejadas en las aguas ni en otro lugar ajeno a él, sino el propio sol en su propio dominio y tal cual es en sí mismo, lo que. Él estaría en condiciones de mirar y contemplar.
- Necesariamente -dijo.
- Y después de esto, colegiría ya con respecto al sol que es él quien produce las estaciones y los años y gobierna todo lo de la región visible, y que es, en cierto modo, el autor de todas aquellas cosas que ellos veían.
- Es evidente -dijo- que después de aquello vendría a pensar en eso otro.
- ¿Y qué? Cuando se acordara de su anterior habitación y de la ciencia de allí y de sus antiguos compañeros de cárcel, ¿no crees que se consideraría feliz por haber cambiado y que les compadecería a ellos?
- Efectivamente.
- Y si hubiese habido entre ellos algunos honores o alabanzas o recompensas que concedieran los unos a aquellos otros que, por discernir con mayor penetración las sombras que pasaban y acordarse mejor de cuáles de entre ellas eran las que solían pasar delante o detrás o junto con otras, fuesen más capaces que nadie de profetizar, basados en ello, lo que iba a suceder, ¿crees que sentiría aquél nostalgia de estas cosas o que envidiaría a quienes gozaran de honores y poderes entre aquellos, o bien que le ocurriría lo de Homero, es decir, que preferiría decididamente "trabajar la tierra al servicio de otro hombre sin patrimonio" o sufrir cualquier otro destino antes que vivir en aquel mundo de lo opinable?
- Eso es lo que creo yo -dijo -: que preferiría cualquier otro destino antes que aquella vida.
- Ahora fíjate en esto -dije-: si, vuelto el tal allá abajo, ocupase de nuevo el mismo asiento, ¿no crees que se le llenarían los ojos de tinieblas, como a quien deja súbitamente la luz del sol?
- Ciertamente -dijo.
- Y si tuviese que competir de nuevo con los que habían permanecido constantemente encadenados, opinando acerca de las sombras aquellas que, por no habérsele asentado todavía los ojos, ve con dificultad -y no sería muy corto el tiempo que necesitara para acostumbrarse-, ¿no daría que reír y no se diría de él que, por haber subido arriba, ha vuelto con los ojos estropeados, y que no vale la pena ni aun de intentar una semejante ascensión? ¿Y no matarían; si encontraban manera de echarle mano y matarle, a quien intentara desatarles y hacerles subir?.
- Claro que sí -dijo.
III. -Pues bien -dije-, esta imagen hay que aplicarla toda ella, ¡oh amigo Glaucón!, a lo que se ha dicho antes; hay que comparar la región revelada por medio de la vista con la vivienda-prisión, y la luz del fuego que hay en ella, con el poder del. sol. En cuanto a la subida al mundo de arriba y a la contemplación de las cosas de éste, si las comparas con la ascensión del alma hasta la. Región inteligible no errarás con respecto a mi vislumbre, que es lo que tú deseas conocer, y que sólo la divinidad sabe si por acaso está en lo cierto. En fin, he aquí lo que a mí me parece: en el mundo inteligible lo último que se percibe, y con trabajo, es la idea del bien, pero, una vez percibida, hay que colegir que ella es la causa de todo lo recto y lo bello que hay en todas las cosas; que, mientras en el mundo visible ha engendrado la luz y al soberano de ésta, en el inteligible es ella la soberana y productora de verdad y conocimiento, y que tiene por fuerza que verla quien quiera proceder sabiamente en su vida privada o pública.
- También yo estoy de acuerdo -dijo-, en el grado en que puedo estarlo.


COMENTARIO DE TEXTO
Identificación del tema:

El mundo sensible. Los hombres se encontraban encadenados mirando las sombras proyectadas de las cosas en la pared de una cueva incapaces de volver la vista.
Del mismo modo nos encontramos en este mundo mirando las sombras de las ideas, incapaces de dirigirnos directamente a las ideas prescindiendo de todo lo sensible.

La idea principal alrededor de la cual gira el texto es la estructura de la realidad y el problema del conocimiento.

Finge Platón que unos cautivos se encuentran encadenados en el fondo de una cueva. Allí se proyectan, mediante la luz de una hoguera, las sombras de los objetos que van pasando por la entrada de la cueva. Habituados a la oscuridad, toman como reales esas sombras, ya que nunca han percibido otra realidad más que esa. Si alguien, saliendo de esa situación, llega a contemplar la verdadera realidad se sentirá dichosa y lamentará la suerte de los demás cautivos. Pero si se propusiera volver a la caverna para sacar a sus antiguos compañeros del error en que están (toman las sombras por realidades), tratando de que dirijan su mirada hacia el exterior, la luz les cegará. Es seguro que no le comprenderían y le maldecirían por la ceguera.

Análisis de términos

1. ¿no piensas que creerían estar refiriéndose a aquellas sombras que veían pasar ante ellos?
Este término trata de que los prisioneros están acostumbrados a ver esas sombras, tanto que las creen reales, para ellos es su realidad ya que no han visto ninguna otra.

2. escaparía, volviéndose hacia aquellos objetos que puede contemplar, y que consideraría qué estos, son realmente más claros que los que le muestra
Este término trata de que al ver la realidad, no es fácil de asimilar, y querrán seguir viviendo a las tinieblas a las que ya están acostumbrados.
3. no matarían; si encontraban manera de echarle mano y matarle, a quien intentara desatarles y hacerles subir
Este término trata de que los prisioneros son cobardes tienen miedo a la verdad, a lo real, prefieren vivir en su feliz ignorancia




Analisis de contexto

Platón desarrolla su pensamiento filosófico en la Grecia clásica, concretamente en Atenas. Son acontecimientos que enmarcan su pensamiento las Guerras del Peloponeso, el gobierno de los Treinta Tiranos y la Liga de Delfos entre otros. Recibió una educación esmerada en el seno de una familia aristocrática. Se formó en música. aritmética y poesía de la mano de maestros insignes como Sócrates y Arquitas.
El fragmento que nos ocupa pertenece a la época de madurez del autor, correspondiente al periodo que va desde la fundación de la Academia hasta su segundo viaje a Italia. En dicha época, además de La República, escribió otros diálogos muy importantes, como El Banquete o Fedón.

Analisis de texto

Finge Platón que unos cautivos se encuentran encadenados en el fondo de una cueva. Allí se proyectan, me diante la luz de una hoguera, las sombras de los objetos que van pasando por la entrada de la cueva. Habituados a la oscuridad, toman como reales esas sombras, ya que nunca han percibido otra realidad más que esa. Si alguien, saliendo de esa situación, llega a contemplar la verdadera realidad se sentirá dichoso y lamentará la suerte de los demás cautivos. Pero si se propusiera volver a la caverna para sacar a sus antiguos compañeros del error en que están (toman las sombras por realidades), tratando de que dirijan su mirada hacia el exterior, la luz les cegará. Es seguro que no le comprenderían y le maldecirían por la ceguera.
La primera indicación es que para entender la enseñanza que encierra el mito de la caverna "hay que asimilar el mundo visible y el local de la prisión". El saber es como el ver, y para ver hace falta la luz. En la oscuridad de la caverna se confunden las cosas con sus sombras. Es el estadio correspondiente a la imaginación.
Continúa el texto haciendo referencia "a la subida al mundo superior y a la contemplación de éste", comparándole "con la ascensión del alma hasta la región inteligible".
La liberación de las cadenas y el volverse desde las sombras hacia las imágenes y la luz, su ascenso desde la caverna hacia el sol, su primer momento de incapacidad de mirar allí a los animales y plantas y a la luz del sol, pero su capacidad de mirar los reflejos en las aguas y las sombras de las cosas reales, todo este tratamiento revela el poder de elevar el alma hasta la contemplación del mejor de todos los entes, tal como en la alegoría del mito de la caverna se elevaba el órgano más penetrante del cuerpo hacia la contemplación de lo más luminoso en el mundo visible y corporal. El sol y su luz, nos permiten ver al final, aunque con dificultad, la idea de Bien.
La subida al mundo superior es comparable al ascenso de la mente hacia la región de lo inteligible, o mundo de las ideas. La conclusión es que el final de ese proceso de ascensión se encuentra en la idea del Bien. La idea del Bien constituye el presupuesto necesario de todo conocimiento, y finalmente, el fundamento del bien obrar.
El auténtico filósofo es el que ha logrado elevar su alma hasta el más alto grado del conocimiento inteligible. En los confines del mundo intelectual está la idea de Bien, que es la causa de todo lo bello y lo bueno que hay en el universo; es preciso fijar bien la mirada en esta idea para conducirse con sabiduría en la vida pública y en la privada. Ella es el principio, eterno e inmutable, del orden moral y del orden político. Por eso el fin de la educación filosófica, destinada a formar a los gobernantes del futuro Estado, debe ser el de dirigirlos hacia la idea de Bien.
La idea clave de la utopía platónica es que han de gobernar los filósofos. Quiere, Platón, demostrar la necesidad de educar a los ciudadanos más selectos para que obren con justicia dentro de una ciudad (polis) justa. ¿A quién se dará, y cómo, esta educación? A jóvenes escogidos que estén dotados de determinadas cualidades. Consumado el período de su formación, estarán en condiciones de gobernar, pues serán los mejores de los hombres y los más hábiles políticos del mundo.

1 comentario:

  1. El comentario esta bien , pero te faltaría echar o extender temas como el dualismo platónico , la importancia de Sócrates al pretender decir a los demás la verdad...

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